EL AMOR  NO  REQUIERE  QUE  DOS   PERSONAS  SE  MIREN  ENTRE  SÍ.   PERO  SI,   QUE  MIREN JUNTOS  EN  LA MISMA DIRECCIÓN.

A. de Saint-Exupéry

 

   

 

REFLEXIONES
 

por  SUSANA GARRIDO

 

Bueno, creo que ha llegado el momento de llamar a las cosas por su nombre, y definir lo que me pasa como un "Trastorno de Identidad de Género". Me parece interesante escribir sobre ello, poner un poco en orden las ideas, sentimientos y experiencias, y plasmar las conclusiones que, a día de hoy, resultan de mi profundo análisis sobre el particular.

 

En primer lugar, es necesario establecer una hipótesis de partida, que sirva como base para todo desarrollo posterior: es posible que un hombre se sienta, parcial o totalmente, ocasional o permanentemente, mujer, y que ese sentimiento, complejo y difícil de entender o explicar, sea algo natural, espontáneo y poco o nada condicionado por factores externos o vivencias determinadas. En definitiva, que el ser humano pueda manifestar sentimientos de identificación de género, y que estos puedan no coincidir con el género físico o biológico al que pertenece desde su nacimiento.

 

Admitiendo esta posibilidad (entiendo que ya es mucho admitir, pero es necesario para establecer un planteamiento coherente), podríamos hablar de una línea continua que va desde un sentimiento de total identificación con el género al que uno pertenece hasta la total desidentificación con el mismo, que suele derivar en el profundo deseo y la necesidad de llevar a cabo un proceso de transición que culmine con la adopción de todas las características propias del género que se siente como propio, y al que se desea pertenecer.

 

Llegados a este punto surge inevitablemente la principal materia objeto de análisis y discusión: ¿Existe realmente un deseo de "ser mujer" o de "ser hombre"? y en caso afirmativo ¿Qué factores determinan dichos sentimientos, o qué características son intrínsecas a cada género? Es ésta una cuestión clave, puesto que más allá de las diferencias que son evidentes entre ambos géneros, sobre todo en el orden físico, como diferente masa muscular, rasgos corporales diferenciados, aparato genital o función reproductora, existen otros aspectos de índole cultural o social, como el aspecto externo adoptado o los roles sociales "normalizados", que tienden a confundir a la hora de analizar el fenómeno, sobre todo a aquellas personas que no "padecen" en sí mismas un transtorno de identidad de importancia. Dicho de otra manera: admitiendo de nuevo que existe el sentimiento o deseo de pertenencia a un género determinado, parece evidente que la manifestación externa de dicho sentimiento varía en función de la época, cultura o entorno social en que viva el individuo.

 

Por lo tanto, es necesario establecer una segunda hipótesis para poder continuar con el desarrollo teórico que nos ocupa: el sentimiento de pertenencia a un género determinado es intrínseco a la persona que lo "padece", independientemente de la forma en que lo exteriorice, que estará condicionada por la época en que le toque vivir y por los factores sociales y culturales que le rodeen.

 

Aunque entiendo que todo lo anterior es pura teoría, basada en hipótesis sin confirmar, me parece fundamental establecerlo como punto de partida de cara a buscar una congruencia en mis planteamientos que me permitan aceptar mis propios sentimientos, me ayuden a vivirlos de la manera más natural y coherente que me sea posible y minimicen los conflictos internos y los problemas psicológicos que me puedan generar.

 

Por lo tanto, basándome en todo lo anterior, estoy en disposición de explicar algunas de las conductas y manifestaciones consecuencia de mi sentimiento de identificación de género:

-   Tengo un sentimiento profundo de "querer ser mujer", que es espontáneo, natural e intrínseco a mi personalidad.

-   El sentimiento es ocasional, no permanente, aunque variable en frecuencia, dentro de la línea continua de identificación de género descrita.

-   No siento rechazo a mi género masculino, ni desde el punto de vista físico ni emocional.

-   Siento la necesidad de exteriorizar mi feminidad, explorarla y desarrollarla, y lo llevo a cabo a través de la adopción de una imagen externa femenina, con todos los accesorios y complementos propios de la época, cultura y entorno social que me ha tocado vivir. En este sentido contemplo mis transformaciones como la búsqueda de coherencia entre mis sentimientos internos y mi imagen externa.

-   El sentimiento lleva asociado una importante carga sexual, lo cual interpreto como lógico dado que es esencialmente sexual la diferencia entre lo que soy y lo que quiero ser. Sin embargo, pese a que es este el capítulo que más dudas me genera, he adoptado la teoría de que la descarga sexual no es más que una liberación de la tensión acumulada, una manifestación más de mi sentimiento femenino y no un fin en sí mismo. Comprendo que así consigo verlo como algo "limpio", y alejo los fantasmas de una posible perversión o transtorno de mi sexualidad.

-   Dado el rechazo social que esta conducta genera, fundamentalmente por falta de comprensión del fenómeno en sí, opto por reducir mis vivencias como mujer al ámbito de mi intimidad, y fuera de mi entorno familiar, social o laboral.

-   Sin embargo he llegado a un punto en que necesito explorar, desarrollar, experimentar y socializar de algún modo mi parte femenina, y debo tratar de hacerlo en el entorno apropiado, desde el punto de vista de afinidad, nivel cultural e intelectual.

-   Debo tratar de que mi feminidad y las conductas que desarrolle como consecuencia, afecten lo menos posible y no tengan efectos negativos sobre mi vida familiar, social y laboral.

-   Tras varios intentos en busca de una justificación de las causas de mi transtorno de identidad de género, seguramente debido a un empeño en confirmar la "naturalidad" y por tanto "limpieza" de mis sentimientos, he abandonado o al menos restado importancia a tal búsqueda. Sin duda me vendría bien una teoría científica, genética o biológica de mi comportamiento para justificarme de cara al exterior, pero en mi fuero interno ya no lo necesito.

-   Siento que debo tratar de aislar mi condición femenina de conductas compulsivas o de riesgo, que, si bien son una salida a esa necesidad de exteriorizar o explorar fruto de la represión continua, tienen a la larga consecuencias más negativas que positivas y pueden llegar a deteriorar la imagen que uno tiene de sí mismo o la propia autoestima.

-   Soy consciente de los riesgos que la aceptación total, y por tanto el refuerzo, de mi feminidad conllevan, pero he llegado a la conclusión de que es mejor asumirlos y tratar de controlarlos que continuar reprimiendo una parte de mi ser

 

En definitiva, que tras un profundo análisis, búsqueda de la propia identidad y procesos de auto aceptación-negación, creo que he llegado a la aceptación de mi "parte femenina" como algo natural, intrínseco e importante de mi personalidad, que me enriquece como ser humano, que siento la necesidad de explorar y desarrollar, buscando un refuerzo de aquellas conductas que me aporten cosas positivas y huyendo de las que me puedan perjudicar, con el objetivo claro de buscar mi propia realización como persona en todos los aspectos y en consecuencia mi felicidad, como punto de partida necesario para poder dar lo mejor de mí mismo y contribuir a mejorar las condiciones de vida

 

 

 






 

 
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